Los rayos del sol se filtran entre las copas de los árboles y recuerda a los aventureros que están en tierra inhóspita y salvaje. Pocas opciones de deshacerse de la estatua y encontrar lugar donde gastar lo que dicho objeto podría aportar monetariamente. Los árboles se extienden más allá de lo que alcanza su visión. La tímida luz que se filtra entre las frondosas ramas proporcionan una tenue luz, escasa pero reconfortante. De vez en cuando el sonido de algún pájaro o algún pequeño depredador quiebra el silencio imperturbable, y la alarmante sensación de soledad merma el ánimo de cualquier aventurero audaz y osado. Parecen estar solos en aquel bosque perdido en los confines del mundo.
El camino de nuestros dos grupos de aventureros, se entrecruzan en un poblado abandonado en un claro del bosque cuyo centro hay restos de una pila humeante donde se han quemado una veintena de cuerpos, o quizás más. Las casas de madera siguen allí pero con restos de haber sufrido un ataque. Puertas arrancadas de los goznes, madera arañada por garras inhumanas, techos vencidos, contraventanas arrancadas...Dentro, en la mayoría de casas hay sangre por doquier e incluso restos de vísceras, parece que un huracán ha azotado el interior, pocas son los hogares que no han sufrido el castigo de la ola infernal que lo ha arrasado; pero no hay un solo cuerpo. Allí descubren que sólo ocho niños han sobrevivido a un ataque de unas criaturas aladas que han masacrado al resto del clan. Parece que algo acecha cuando el sol se pone y nuestros aventureros se disponen a prepararse por si es necesario hacerles frente.
Continuará...
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